El Cura Volador

Contáronme el otro día
un notición; pura poesía.
Trataba de un cura volador,
¡Que listo! Dios,… ¡Que primor!

A 1000 globos de feria
se ató el reventao.
Buscarlo es cosa seria,
es cuestión d’Estao.

A 8000 metros se quedó colgado,
por los aires empezó a flotar.
Pobre, con el pito congelado
y sin poder oxígeno esnifar.

Los fieles desde abajo despistados
seguían esperando la charla.
De esperar ya cansados,
pensaron: “¡El viejo a chuparla!”

Respiró helio de los globos
para salvar su pellejo,
y pedir socorro a los lobos
que sudaban del pendejo.

“¡Esperad! ¡Venid! ¡Volved!”
Gritaba con voz de ardilla
“¡Cabrones! ¡No riáis, joder!”
Que risa daba el curilla.

En el cielo un puntito se volvió,
ya nadie sabe que pasó

(Si en el Atlántico perdido,
deborao por tiburones.
Si al universo se ha ido,
con escarcha en los cojones).

El caso es que no volvió:
en el infierno se asó.